| Clasificación Razonada |
La afición por lo exótico y lo prodigioso es una de las tendencias características de la época helenística, hasta el punto de que inventó un género literario propio, el de los paradoxographoi, protagonizado por paradojas, sucesos raros y seres extravagantes, que invaden la imaginación literaria, en un ambiente de ansia imaginativa, alimentada por las grandes bibliotecas y por las conquistas de Alejandro de nuevos territorios. A pesar de su carga erudita, despertaban la curiosidad popular.
También la escultura desarrolló su propia paradoxographia, aunque no se conserven muchos ejemplos. El más célebre es esta inquietante figura, hijo de Hermes y Afrodita, convertido en bisexual por una ninfa vengativa, Salmacis, cuyos encantos el joven había rechazado. Ella suplicó a los dioses fundirse con él, quedando unidos sus cuerpos en un solo ser. Como narra Ovidio en su Metamorfosis: «Mezclados, de los dos los cuerpos se unieron y una faz se introduce en ellos única; así, cuando en un abrazo tenaz se unieron sus miembros, ni dos son, sino su forma doble, ni que mujer decirse ni que muchacho pueda, y ni lo uno y lo otro, y también lo uno y lo otro, parece».
Su significado es un enigma: podría aludir al culto a la fertilidad, a la idea platónica de que originalmente la naturaleza masculina y femenina formaban una unidad, o a la tendencia helenística al afeminamiento de los dioses.
La escultura hallada en Roma es en realidad una copia de un original griego realizado en bronce y desaparecido. En el descubrimiento de la pieza romana, acontecido en 1609, bajo el pontificado de Paulo V, se unieron dos circunstancias: por un lado el objeto representado, un hermafrodita tumbado en posición estirada, un ejemplar único hasta entonces. A ello se unió el lugar del hallazgo, dentro del recinto de la Iglesia de Santa Maria della Vittoria, cuya fachada era obra de Scipione Borghese, sobrino del Papa Paulo V, lo que le permitió adquirir la estatua, que mandó transportar al taller de Bernini, al que no encargó restaurar o mejorar la pieza (encargo que realizó David Larique), sino construir un colchón de mármol con almohada. Este añadido no casaba con el estilo antiguo. De hecho poco más tarde se encontró un segundo hermafrodita al que Ippolito Buzzi añade una piel de animal sobre un suelo rocoso, basándose en la descripción de Ovidio. A pesar de la apariencia de autenticidad de este ejemplo, la intervención de Bernini llegará a ser mucho más popular. Así, Velázquez encarga una copia de bronce para Felipe IV en 1650. Se conservan además, varias copias del Hermafrodita dormido, en el Louvre, en los Uffizi o en el Museo de las Termas, de Roma. El colchón casaba perfectamente con el lugar que se había determinado para su colocación en la Villa Borghese, dentro de un programa decorativo exquisito y sumamente culto que pretendía desdibujar los límites entre escultura antigua y contemporánea.
El ejemplar que conserva el Museo Nacional de Escultura, es un vaciado en yeso, realizado a finales del S. XIX por el jefe de modelado del Museo del Louvre, Eugène Arrondelle (1824-1907) a partir del original romano, que llega al museo parisino -donde se conserva en la actualidad- tras ser adquirida, junto con la colección arqueológica de la familia Borghese, por Napoleón en 1807.
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